miércoles, 28 de julio de 2010

Descenso


Di un paso más hacia aquellas oscuras aguas. Su oscuridad era paradójicamente intensa, el Sol estaba bajo pero aún rugía sus últimos cuantos de luz a través de los riscos del monte pelado y abrupto. Era un monte sin vida, callado tiempo ha, de piedra blanca y monótona.
¿Qué sucedía en aquel lugar?
¿Era acaso aquel temor que de pronto me invadía, una advertencia cierta acerca de aquella fosa azul impenetrable?
Mis pies al fin dieron con el agua, el tacto era frío, pero no refrescaba mi sangre, era como hundirse en niebla seca.
Los fríos tentáculos alcanzaron mis rodillas en apenas paso y medio, el mar parecía querer tragarme cuanto antes, sin masticar.
Las ondulaciones de la superficie se movían incesantemente, con ansia fría y reptante, y el agua en sí parecía opaca como el alquitrán. Era una poza sin vida, a excepción de mí, obviamente.
Tragué saliva y avancé otro poco más, ya el agua llegaba a mi cintura y, yo seguía sintiendo sumergido en un mar de nada.
El tacto del suelo era resbaladizo e inestable, pero no era musgo o liquen, o alga alguna lo que amenazaba a mi precario equilibrio, pues estoy seguro de que no había vida en kilómetros a la redonda, como si un ser maligno allí presente hubiera ahuyentado toda fauna autócona.
Mis pies se deslizaron sobre el fondo una vez más y de pronto me vi arrastrado al abismo, cayendo sin sitio donde hacer pie. Había encontrado con un escalón natural, una caída de apenas un metro, pero tan brusca que me hizo perder el aliento. Usé mis manos para mantenerme a flote pero ya era tarde, el líquido habíase introducido por mis fosas nasales como una sierpe hambrienta. La desagradable sensación de escozor cuando el agua alcanzó mis órganos olfativos me hizo arrugar la nariz. Batí mis manos en aquel vacío azul cada vez más oscuro y estabilicé mi posición. Esaba flotando, sin embargo me costaba, era como si una fuerza primigenia tirase de mí hacia el fondo y así poder engullirme, y digerirme en aquel légamo del fondo.
Escupí, algo de agua me había entrado en la boca, no solo la sal era desagradable por su excesiva cantidad, sino también algo más. Aquellas aguas polucionadas me rodeaban por completo, era una isla de sangre y hueso en mitad de un universo de sombras y corrientes.
Pero entonces lo hice, tomé impulso y aire y me sumergí bajo las inquietantes ondulaciones.
Me dirigía en oblicua trayectoria hacia abajo, aunque en aquella penumbra azulada empezaba a ser difícil distinguir entre un arriba y un abajo. Un grupúsculo de burbujas, embajadoras de mis pulmones, asomaron de mi nariz y recorrieron mi torso hasta perderse entre los dedos de mis pies, emitiendo un gorgoteo sordo en aquella inmensidad primordial, y por un momento temí que despertaran algo maligno.
Seguí descendiendo hacia aquel fondo gris e indistinguible. Era casi imposible estimar a qué distancia estaba, ya que las ondulaciones petrificadas que empezaba a distinguir bien podrían tener un grosor de centímetros o bien de kilómetros.
Otra misiva de aéreas medusas bronquiales me hizo cosquillas en el envés de mi pie izquierdo, el cual se acompasaba con el derecho, aleteando para generar el movimiento que me guiaba hacia las profundidades.
La presión empezó a hacerse notar en mis oídos, notaba cómo me apretaban de lado a lado, como intentando meterse en mi cabeza y leer mis oscuros pensamientos.
Las franjas onduladas ya estaban más cerca, tanto que casi podía tocarlas. Eran serpientes pétreas, inamovibles e interminables.
De repente, oí a través del denso medio que me rodeaba un sonido diferente a todos los que había oído jamás. Era un ruido continuo, como el de un motor de combustión, pero mucho más profundo, como si estuviesen rozando entre sí dos cubos de granito de toneladas de peso.
Las líneas se borraron de pronto, y el suelo quedó plano. Perdí todo el aire, tal fue mi sobresalto, y de pronto me sentí más pesado, como un lastre.
¿Por qué estaba ahí? ¿Qué me impulsó a adentrarme en aquellas aguas horribles?
Empecé a notar calor, pero no calor emitido hacia mí, sino calor emitido por mí hacia esas aguas. Como si estuviese sudando y haciendo un esfuerzo titánico. Decidí que lo mejor sería bracear lo más rápido posible hacia la superficie, pero mi mente parecía ir despacio en aquel mundo acuoso.
Mis manos se abrieron camino a través de las moléculas de agua pero mi cuerpo apenas avanzaba. Braceaba inútilmente hacia arriba, hacia una luz extinta de la cual sólo quedaban unos resquicios. Empecé a alarmarme, y una presión mortal empezaba a apisonarme los pulmones, una voz interna me decía ''se te acaba el tiempo'' una y otra vez. Mis pies se movían en vano, yo no avanzaba, estaba estático, próximo al fondo, próximo a mi muerte.
Los pulmones me ardían, oía los latidos de mi corazón vibrando en la caja de resonancia que era mi tórax.
Braceé y braceé como un loco hasta que tuve la superficie a un palmo, di un último impulso con los pies y salí a la superficie.
Tomé aire como si fuese la primera vez en mi vida que lo hacía, llené mis pulmones, los vacié y los volví a llenar. Una vez apaciguada tan vital necesidad, me dirigí a la orilla nadando frenéticamente. Salí del agua a trompicones y me dejé caer en la orilla.

2 radiofaros:

R dijo...

Conclusión: no vuelvas a hacerlo si quieres salir con vida. Chtulhu te perdonó esta vez (quizás porque le daba asco acercarse a aguas de tales características) pero la próxima no tendrás tanta suerte.

ℝFD GAZ dijo...

Tienes razón.
No, me parece a mí que antes que repetirlo, me dedicaré a la jardinería o al sky diving.. ya se verá xD

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